lunes, 30 de mayo de 2011

15-M

Si pudiera estudiarse el futuro en vez del pasado habría muchas decepciones con nosotros por parte de esos hombres y mujeres que hace tiempo hicieron –y deshicieron– soñando con un mejor mundo, y aunque probablemente si comparamos el estado de las cosas con el de hace cincuenta o cien años hemos mejorado muchísimo, vivimos más cómodos, pero tal vez quienes empezaron a dar esos pasos hacia nuestros días esperaban más de nosotros, o que nosotros estuviéramos mejor.


En unos años se hablará del 2011 como el año de revoluciones –tal vez fallidas–, especialmente en el hemisferio Oriental. Pero lo emocionante de la historia más que saberla es presenciar como inevitablemente da vueltas. No sólo ha sido Egipto, Túnez, Siria, Libia,  otros países orientales quienes se han pronunciado, también en Europa se siente la inconformidad con el sistema y una crisis económica evidente. Y si hablamos de crisis en Europa por estos días no podemos dejar de lado a España, un país que ha dado al mundo un grito de impotencia pacífica por la situación de sus ciudadanos, de su inmensa cantidad de inmigrantes, de sus más de cinco millones de desempleados y todo eso se ha unido febrilmente en un movimiento, a los Indignados, a los Cansados, un movimiento súbito que sólo pide cambios y democracia real: 15-M. Pero no todo es protesta y júbilo, porque sabemos que también nuestra historia es la historia de la incompetencia –y también impotencia– de Gobiernos que al no poder levantar a sus ciudadanos y acabar con las protestas tiene que recurrir a la fuerza, rebajarse al estado más primitivo del hombre y a través de un escuadrón antimotines forzar a la gente dejar su libertad de expresión de un lado, a cambio de terror.


Y es que ojalá todas las protestas fueran como el 15-M, y ojalá se les prestara atención y no simplemente intentaran disuadirlos, ojalá sirvieran estas protestas para crear mejores condiciones. Ojalá quienes estuvieran arriba se interesaran por quienes están en la plaza asoleándose y gritando por desespero y frustración. Una frustración similar a la que bien merecida sintió el Gobierno al no poder acabar con el valor de estos manifestantes.


Pero el 15-M no es un movimiento aislado, y aunque no parezca buscar trascendencia histórica ni mayor protagonismo mediático –sino cambios reales–, coincide con una fecha indeleble en nuestra historia: Mayo del 68. Ese movimiento de estudiantes en contra de la sociedad del consumo, en contra de la bipolarización del mundo, en contra de la guerra de Vietnam. Ese movimiento que hizo punto de quiebre en la sociedad francesa, en el mundo, y que cuarenta y tres años después podemos agradecer y decir que valió la pena.


Ambos movimientos no comparten sólo la inconformidad (abordada desde distintos ángulos), sino también la sangre joven que corre por sus venas, y el talante progresista que busca, como hace más de doscientos años lo buscaba la Revolución Francesa, liberté et egalité porque la fraternidad parece haber pasado a un segundo plano.


Quisiera que en Colombia pudiéramos hacer un movimiento así, con el único riesgo de que los hombres del Esmad (el escuadrón antidisturbios colombiano) agarren a patadas, puños, gases lacrimógenos o cualquier otro medio de represión a los manifestantes. Eso es preocupante, pero más preocupante es saber que no se puede hacer por esas fuerzas externas que todos conocen y pocos mencionan. Esos tentáculos que coartan libertades, compran conciencias y acaban vidas. Pero eso ya es otro tema…


Mientras tanto esos valientes siguen reclamando una vida mejor, soportando percances a la espera de que un Gobierno bicéfalo (gracias al modelo PP-PSOE) baje su corona y recuerde por las que han tenido que pasar luego de la Guerra Civil y la dictadura franquista, para dejarse caer a esos penosos niveles económicos.


Y yo, les deseo que en unos años los recuerden por su éxito y su justificación, como a los franceses de Mayo del 68; también nos deseo que si aquellos franceses pudieran estudiar nuestra historia, no se arrepientan nunca de su revolución.






domingo, 22 de mayo de 2011

El Fin del Mundo

La superstición es algo inherente a los seres humanos, algo muy frecuente en nuestros días, algo que muchos usan para explicar lo inexplicable negándose a la razón. Y es que la razón y la superstición (o trascendencia, metafísica, o como quiera llamársele: religión) son irreconciliables aunque muchos argumenten lo contrario.


La semana pasada Stephen Hawking –el físico teórico más famoso del mundo– avivó polémica al afirmar que el cielo no existía y era una idea para quienes le tienen miedo a la muerte; un estudio hace pocas semanas publicó que en una década varios países desarrollados –del corte de Países Bajos o Suiza– dejarían de lado la religión; ayer El Tiempo publicó que los colombianos tienden a ser más religiosos pero menos católicos, que las iglesias protestantes en Colombia se han multiplicado impresionantemente al igual que otras religiones han crecido. A mí me parece una noticia genial en estos tiempos de crisis económica, la gente tiene que ser recursiva.


Pero no voy a arremeter contra las religiones, ese trabajo se lo dejo al señor Hawking o al doctor Rodolfo Llinás, para mí que crea cada quien lo que la parezca. Lo que sí no puedo tolerar es la estupidez a la que conducen algunas religiones que fanatizan a sus seguidores, y ahí sí le hallo la razón a los pastores cuando dicen tener ‘ovejas’, pues esta gente pareciera que no viera más allá de un metro de distancia.


Falsos profetas ha habido muchísimos, y aunque suene cruel me río de la gente que se reunió en el año 2000 a esperar el fin del mundo y se terminó suicidando, definitivamente les llegó el fin del mundo. Me río también de los que esperan el 21 de diciembre de 2012, como  de los mentecatos que viven enviando mensajes repitiendo que en la Biblia dice que habrá terremotos, se levantarán guerras entre las naciones, los días se harán más cortos (cuando los días cada vez se hacen más largos por simples leyes físicas), y una cantidad de argumentos más. Como si todo lo que dijeran fuera algo propio de nuestros tiempos.


Dentro de todos esos impostores están los que predican esa mezcla abominable de creencias a la que denominan New Age: sí, esos que se inventaron el cuento del secreto. También el pastor Harold Camping, quien anunció que el fin del mundo sería el 21 de mayo.


Gran cantidad de personas se unieron a su campaña para anunciar el fin del mundo, hubo quienes invirtieron cientos de miles de dólares en publicidad para proclamar que sólo se salvarían quienes tenían fe. El mundo no se acabó, la vida continúa y los pobres incautos que hicieron sus donaciones reclaman rabiosos para que les devuelvan su dinero: ya verán.


Aprovecharé este espacio para iniciar una gran obra: ayer tuve un sueño en el que estaba en mi casa, encendí el computador, miré el calendario y era 22 de diciembre del 2012, salí a la calle y me encontré con la gente de siempre, y un anciano se me acercó y me reveló el secreto.


–Escúcheme mijo –me dijo solemnemente– el mundo se va acabando para quien se va muriendo. Anúnciele la verdad al mundo.


Luego el anciano fue levantado por palomas blancas y se desapareció en los aires.


Es cierto, quien quiera creerme puede dejar su comentario y le diré dónde puede hacer las donaciones para llevarle la verdad al mundo. Amén.




[caption id="attachment_125" align="aligncenter" width="300" caption="El primer hombre en seguir mi profecía: le dí la dirección correcta."][/caption]

lunes, 16 de mayo de 2011

La Bestia: ¿libre?

La historia de Luis Alfredo Garavito, el segundo asesino en serie del mundo, es una de las más escabrosas que se pueda oír, es quizá, el ejemplo de pedofilia y tortura más canalla que se conozca, y su ajusticiamiento es también, una de las mejores burlas que el Sistema Judicial Colombiano le ha hecho a nuestra sociedad.


¿Cuánto vale una vida humana? Es una pregunta que me hago cuando intento entender la tasación de la pena de un asesinato, ¿cuánto vale la vida de un niño? Seguramente todos coincidimos en que no hay valor que remplace una vida, pero también en que la pena por el asesinato debe ser ejemplar frente a un crimen tan atroz. Pues bien, quiero formular otra pregunta, ¿cuánto vale la vida de más de 185 niños y niñas? ¿Cuántos años de prisión se debe pagar por ello?


Alias la Bestia violó y asesinó niños y adolescentes entre 6 y 16 años, la Fiscalía investiga el asesinato de 176 menores en 59 municipios del país. Decir lo anterior es eufemístico, decir ‘asesinó’ es hablar superficialmente, porque para describir grosso modo la depravación de este hombre habría que decir: persiguió, acosó, abusó, violó, apuñaleó, descuartizó, degolló, y disfrutó todo lo anterior con niños y niñas.


En el 2006 en una entrevista Garavito dijo que no había violado a ningún niño, que había actuado por orden del diablo, que se estaba recuperando en el seno de una iglesia protestante y que quisiera quedar libre, lo merece, y tal vez algún día aspiraría a una curul en el Congreso de  la República. Ayer en Especiales Pirry apareció con un cinismo similar, hablando con total naturalidad, aceptando víctimas, y dando esa sensación de que “¡ya qué!, ya los maté, ya déjenme libre”.


Hay cosas absurdas en este país, como pensar que la lentitud del Congreso para aprobar una Ley que dé prisión a los ladrones de celulares siga cobrando tantas vidas diariamente, como pensar que aquí es igual matar uno que matar a diez o cien, y que matar, torturar, secuestrar, violar, estafar, y cuantos delitos existan tienen un límite penitenciario de 40 años.


Todas las condenas en contra de Garavito suman 1.853 años y 9 días, pero de acuerdo a lo dicho en el párrafo anterior la justicia colombiana le aplicó la mayor condena: 40 años, es decir que pagaría unos cuantos meses por cada crimen. Pero no son 40 años simples, porque aquí por todo dan rebaja de pena, y por colaboración con la justicia se rebaja la pena a tres quintas partes de la condena, además por buena conducta, estudios, y demás posibles privilegios la rebaja sería tal que podría quedar libre en este mismo momento.


“De quedar libre lo matan”, dicen muchos al referirse a lo anterior. Lo cierto es que vengar con la misma medida sería aplicar la famosa ley del talión, y pensando en los derechos humanos que reclamamos no sería lo correcto, sólo hablaré de lo correcto, no quiero debatir qué es lo justo… ¿No creen que a este señor el Estado sí le daría protección? De acuerdo a la lógica de la realidad pienso que sí. Igualmente debemos mirar quiénes son las víctimas. No eran niños de apellido tal vez Vélez, tal vez Calderón, eran niños de familias humildes, de esas familias como cualquier otra, sus madres son madres que guardan la esperanza de que sus hijos no estén muertos, que no hayan tenido ese miserable final.


En este momento el Congreso debate una reforma al artículo 34 de la Constitución para permitir la cadena perpetua a los violadores de menores de 14 años por medio de un referendo. Lo peligroso de esta reforma es que no todos los crímenes tienen los mismos agravantes, y por tanto es necesaria la inclusión de la partícula “hasta cadena perpetua”, de tal modo que sea facultativo y no impositivo.


Pero aun así aprobándose este referendo Garavito quedaría libre en unos pocos años, dado que la justicia no es retroactiva, es decir, no mira hacia el pasado y los ajusticiados sólo pueden ser juzgados nuevamente por una ley posterior a su crimen si esta le favorece, de lo contrario no.


De cualquier modo la sociedad colombiana debe prepararse para tener de nuevo a este psicópata libre, con grandes probabilidades de reincidir en el delito, y más allá de las marchas que se convoquen (¿qué tanto concientiza una marcha?), tenemos que exigirle al Estado el endurecimiento de las penas para los violadores, y proteger a nuestros niños, porque no es sólo Garavito, son miles de violadores en este país con casos similares (pero menos populares) sin una condena razonable.


La bestia: ¿libre? Me temo que muy probablemente en poco tiempo así será.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Osama Bin Laden y la moral

Esperé que pasara tiempo suficiente para comentar el tema, muy ajetreado (pero tocado con ese miedo de los medios a ser censurados por EE.UU.) y punto de escepticismo y sensacionalismo alrededor del mundo.


Osama Bin Laden, protagonista de una historia polifasética: multimillonario, musulmán, colaborador de la CIA, enemigo de los Estados Unidos, yihadista extremo. Quizás el mejor exponente de los estragos del extremismo religioso en una sociedad globalizada y globalizante, el hombre más buscado del mundo.


No quiero detenerme en el operativo, ni en el éxito y rencor de los Estados Unidos (ya ha sido bien explicado). Quiero resaltar dos cosas de la vida de Bin Laden: su acérrima convicción de un islam ultraconservador sumado a su consiguiente aversión por los Estados Unidos, y su golpe tan letal al orgullo de un país prepotente y autosuficiente. Lo segundo le significó fama (y odio) mundial, al hacer el atentado más traumático en la historia de los Estados Unidos, aclaro, un ataque nada justificado pero que cambió la visión del mundo y el panorama internacional, pues sea como sea, Al Qaeda desmintió hace casi una década ese hálito infranqueable de los Estados Unidos, y le dio quizás su golpe más grave, un golpe que nunca tuvieron en ninguna de las dos Guerras Mundiales (peor que el ataque a Pearl Harbor), ni tampoco en otra de sus tantas guerras.


Quiero hacer énfasis en los siguientes dos puntos que me siguen cuestionando en la sociedad en la que vivimos: el maquiavelismo y la crueldad recíproca. Estos dos puntos se pueden resumir en uno solo, si así se quiere: la doctrina del bien superior.


Me refiero con lo anterior a que a pesar de que Occidente es aparentemente defensor de los derechos humanos, nos alegramos de la muerte de un ser humano (soy de los que piensan que la condición de ser humano no la pierde nadie por más cruel que sea), y los medios por los cuales se llegó a concretar la muerte de Bin Laden: los métodos utilizados en la cárcel de Guantánamo, es decir, torturas, tratos inhumanos, ahogamientos simulados, entre otras tácticas que se usan en la cárcel a la que llevan a los sindicados de terrorismo para extraerles información útil para los Estados Unidos.  (Véase http://bit.ly/lg8OzN)


Para hacer valer totalmente la teoría de repúblicas respetuosas de los derechos humanos, de los tratados internacionales y promover convivencia más civilizada en el mundo se debe mostrar la gallardía de un país en el trato que da a sus enemigos. Es una opinión polémica teniendo en cuenta que gran parte de la humanidad buscaba ese momento, esa muerte, pero a eso me refiero: ¡queríamos asesinarlo! Tampoco olvido a las víctimas del 9-11, que son muertes muy dolorosas, pero me surge una pregunta a partir de lo que dijo el presidente Obama en su discurso anunciando el éxito de su operación militar "se ha hecho justicia". ¿Matar es hacer justicia? Creo que no, eso lo dijo Obama, pero eso también lo dijo Osama con sus ataques terroristas.


Bin Laden está muerto, y al anuncio de su muerte salieron cientos de personas a celebrar con banderas de los Estados Unidos en las principales ciudades de ese país, pues claro, nos quitamos a ese personaje de encima: descansamos.


Algo que me parece reprochable fue la violación a la soberanía paquistaní, y el asesinato, digo ¿por qué no lo tomaron preso? ¿No sería más útil? Quizás no se trataba ya de utilidad, se trataba de venganza, de cobrarse la ofensa,  porque con los grandes nadie se mete, pero si fuera un país chico, digamos coincidencialmente Paquistán quien hace un operativo en los Estados Unidos y asesina (con la misma sevicia que lo hizo Estados Unidos en Paquistán) a un perseguido por la justicia paquistaní, le caería la OTAN encima, invadirían, mejor dicho… Con los grandes nadie se mete.


Haré una conjetura peligrosa: quizás si lo mataron fue porque no les convenía hacerle un juicio de dominio mundial, quiero decir, Bin Laden trabajó para la inteligencia americana, y luego le declaró la guerra a los Estados Unidos, tal vez tenía conocimiento de algunos hechos que revolverían al mundo, pero bueno, es sólo una conjetura.


La doctrina del bien superior propone lo que popularmente se conoce como “el fin justifica los medios”, y en este caso era acabar con Bin Laden, y aprobando lo anterior ¿para qué acabaron con él? ¿Para martirizarlo como hicieron? ¿Para acabar con Al Qaeda? ¡Por Dios! Qué ilusión.


Bin Laden era la cabeza visible de Al Qaeda, pero no la única cabeza. Esta organización tiene una cualidad que la diferencia (y la fortalece) con respecto a la mayoría de los grupos terroristas: no tiene una organización triangular (es decir jerarquizada de manera ascendente) sino circular, tiene el mundo entero lleno de células, que aportan gran capital. Mejor dicho, Al Qaeda tiene una organización tan bien diseñada como las redes de narcotráfico, lo que la hace muy difícil de desmantelar. Esto es sólo el recrudecimiento de la guerra.


Todo esto como latinoamericanos nos afecta en la medida en que dependemos de los Estados Unidos y de las ayudas que sin vergüenza alguna recibimos de ellos, y dependiendo de las prioridades para ellos seguirán llegando esas ayudas, igualmente Al Qaeda tiene nexos con grupos clandestinos latinoamericanos, y lo más visible: todo esto tiene una repercusión económica inmediata.


Adiós al terrorista más buscado de todo el mundo, hemos descansado, pero insisto que de manera sucia, y el cumplimiento del derecho internacional, los derechos humanos, y las más simples convenciones morales no son pragmáticas ni se pueden modificar en ninguna situación, y esto le quita gran mérito al orgullo americano. La diferencia entre lo que hizo Estados Unidos con Bin Laden y lo que este último hizo con Estados Unidos terminó reducida vergonzosamente (aunque no aceptado por los medios de comunicación ni por la opinión pública) a un igual, la única diferencia era que de un lado estaba la respetada superpotencia económica, y del otro el muy odiado grupo terrorista más grande. Pido al lector que antes de avanzar reflexione sobre este último párrafo, sobre si es válido que un Estado que tanto exige a los demás dé tan mal ejemplo.


No defiendo a los terroristas, pero si estar del lado de los derechos humanos es ser terrorista tristemente me espera Guantánamo.


Mourinho dijo hace unos pocos días que a él le daba a veces “asco” el mundo en el que vive (el mundo del fútbol), yo a veces siento un poco de “asco” por el mundo en el que vivo, por las manchas constantes que seguimos viendo, y que lastimosamente seguimos pasando de alto, porque con los grandes nadie se mete…


C. V. P. G.

lunes, 2 de mayo de 2011

Los jet-set de Facebook

Antes de empezar este artículo quiero comentarle al lector un ejercicio que hice hace unas semanas: ingresé a Facebook y en la barra de búsqueda escribí “Lo mejor Bucaramanga”, “Lo mejor Bogotá”,  “Lo mejor Medellín”, “Lo mejor Buenos Aires” y “Lo mejor Madrid”, y a excepción de Bucaramanga ninguna ciudad me arrojó resultados relacionados con el tema de este artículo. Por el contrario en la mayoría de los casos aparecían perfiles y páginas señalando las cualidades de esas ciudades.

Ahora invito al lector que haga el anterior ejercicio pero con Cúcuta, busque “Lo mejor Cucuta” (sin tilde en la u porque los creadores de estas páginas saben de farándula barata, no de ortografía), o escriba “Lo mas play Cucuta” (sin tilde, el atrevimiento continúa) y encontrará varios perfiles ficticios con imágenes con un pequeño ambiente de mafia o fotos de adolescentes encantadoras, pero si aplica el mismo ejercicio con las ciudades mencionadas al principio no sucede lo mismo, no aparecen esos perfiles ficticios donde lo mejor de una ciudad se puede encontrar en las mejores piernas, los mejores labios, las mejores parejas, etcétera. No menciono más opciones de búsqueda porque pasaría a hacerle patrocinio a estas páginas.

Todavía no logro entender completamente este fenómeno sociológico, pero lo relaciono con una ciudad pequeña, sin una clara división de clases sociales (o si se quiere decir, sin clases sociales), donde cualquiera hoy es rico y mañana pobre, y viceversa, pues en esta ciudad poco vale la preparación de la persona, viene siendo más importante la cantidad de dinero.

Más sorprendente es la condición sociocultural de los jóvenes en Cúcuta, digo, esa condición que por pertenecer a esta ciudad también me toca a mí. Aquí la trascendencia no tiene valor, lo importante son las apariencias, las amistades y bueno, al final lo que cuenta es ser play, ¿no? Y esto es un fenómeno de jóvenes, por no decir de niños, pues al ver estas páginas sociales llenas de fotos y comentarios figuran adolescentes con delirios de fama, con sed de un jet-set aunque sea bajo.

Aunque los cambios que la tecnología acarrea en las nuevas generaciones son un fenómeno global, sólo puedo dar mi impresión sobre mi ciudad, y lo hago con verdadero entusiasmo porque aquí (como en muchas partes, por supuesto) hay un potencial humano enorme, incluyendo grandes cantidades de jóvenes capaces y prometedores, una ubicación geo-económica clave y otras ventajas que aprovechadas de mejor manera haría cambios fundamentales en la sociedad, pues sabemos que aunque este fenómeno en Internet es relativamente reciente, los chismes y el morbo han estado presentes en todas las sociedades de antaño.

He intentado describir a las personas que crean, administran, patrocinan, promueven, y también los que con alegría figuran en estos perfiles falsos que han hecho el fracasado esfuerzo de ser una revista social online, y no me gusta insultar a las personas, pero conseguir una sola palabra que los describa fue tarea difícil, aunque al final la encontré: megalómano. Un megalómano es alguien que padece megalomanía, y esto último no es más que el simple y ridículo delirio de grandeza. De acuerdo con el anterior silogismo, discúlpenme lo procaz, ¿creen que grandeza es salir en una foto que todo el mundo puede ver, en traje de baño, mostrando las tetas? No sé si las niñas (prefiero decirles niñas) que salen en estas ‘revistas’ se lo han cuestionado, pero por Dios, por un poco de pudor, sólo piensen en las morbosidades que pasan por la mente de los desconocidos que miran estas páginas cuando ven sus fotos con alto grado de exhibicionismo.

¿Qué es farándula? El término ha cambiado mucho en los últimos años, pues mientras a mitad del siglo XX se refería a mujeres fáciles y un mundo lleno de vicios y escándalos, hoy parece ser la ilusión de muchos, una completa industria con un sinnúmero de vedettes, algo admirado.

Ahora, ¿qué es ser play?, ¿aparecer en la mayoría de estos perfiles ficticios? ¿Tener fotos de labios sexys? ¿Volverse ‘fresa’? Sinceramente esta definición poco me importa, lo único que sé es que el verdadero sentido de una persona play está cercano a la virtud, o al carisma en sociedad y en todo caso niños y niñas de jet-set onfacebook, no clasificas…

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Siento una preocupación mayor por la situación actual de la juventud cucuteña, siento que se acerca a la inmoralidad, y siento que estamos gastando valioso tiempo de nuestra vida que podríamos invertir en nuestro futuro y el de nuestra sociedad en cosas tan estúpidas como la vida de farándula, pero farándula barata. Porque claro, si la revista Tv y Novelas hiciera su sección de ‘chismes’ a partir de sus vidas, bien, los felicitos, tienen verdadera popularidad, pero si lo importante es salir como alguien ‘coti’ (¿qué carajos viene siendo esto? ¿Cotizado, como un artículo económico?) y encajar en un círculo social despreciable como el cucuteño, permítame decirle que está poniendo su vida en un lugar muy equivocado.

Se necesitaría un grupo de muy capacitados profesionales para analizar la situación social de la juventud cucuteña, algo que no concibo, para entender cómo la popularidad, la vida de juerga y los vicios se vuelven el centro del prestigio de una persona, en vez de su futuro, su preparación o sus verdaderos aportes a cosas importantes.

Debo resaltar otro aspecto muy similar que señalé en mi artículo “Silencio desde la escuela”: los perfiles ficticios que también se dedican a llenar de fotos su espacio para atraer visitantes, pero en este caso no con el ánimo de subirle el ego a los protagonistas de las fotos sino criticarlos, denigrarlos, calumniarlos y hacer con su reputación una basura. A esto también se le invierte tiempo.

Otra cosa preocupante en este caso es el sitio donde ocurre, Facebook, y pensar que esta red social tiene más de 500 millones de miembros es algo levemente engañoso y sabemos que hay muchísimos perfiles falsos, y esta red no hace nada en lo absoluto, aunque admitámoslo, Facebook es un monumento a la incompetencia en privacidad y seguridad de sus miembros, ahí la opción “denunciar contacto” es sólo una decoración, nunca toman medidas a menos que la ley los presione.

Por último: eso sí, cada quien es libre de hacer con su vida lo que quiera, y si en realidad lo llena estar en una vergonzosa página donde usan sus fotos a las que cualquier persona puede acceder a criticarlas, si eso lo hace feliz, olvidemos todo lo que he dicho, y mejor hago desde acá la invitación para que empecemos a producir nuestro jet-set toche en medio físico. ¡Con el morbo de esta ciudad se venderían como pan caliente las fotos de sus senos! Aúnen todo su talento y superarán al Q'Hubo. Digo, cada cual es libre de hacer con su vida lo que quiera, yo soy libre de escribir en mi blog lo que quiera.

Me despido enviándole mi más farandulero saludo a todos los megalómanos y megalómanas de Cúcuta, el dicho dice "pueblo pequeño, infierno grande", yo diría "ciudad pequeña, farándula grande", espero que las anteriores palabras les sirvan para reflexionar más sobre su función como ser social (no de farándula) útil.

También me disculpo con mis lectores si fui algo tosco, pero un tema tan real y cercano es preferible comentarlo sin eufemismos, sin rodeos. En ningún momento el ánimo ha sido ofender, por el contrario esto es una invitación a ignorar esas páginas (sobre todo a las que dañan la reputación de los demás), valorar el tiempo, algo muy preciado para desperdiciarlo en frivolidades y exhortar a las personas que frecuentan estos sitios, y cambian la visión de nuestra generación, a superar esto, pasar la página y dejar de depender tanto de qué piensan o dicen los demás.