lunes, 25 de abril de 2011

El problema del agua

Normalmente tratamos la escasez en tercera persona, como si estuviéramos inmunes a ella, como un fenómeno lejano que sólo les sucede a “ellos”, pero cuando la escasez golpea y las situaciones se confabulan en nuestra contra sentimos –aunque sea en una mínima parte– la angustia de las imágenes de los periódicos o la televisión.


Es la segunda vez en menos de seis meses que golpea el invierno en Colombia, y esta vez no son tan ajenas las imágenes de los habitantes de Plato, Magdalena en diciembre pasado. Y lo digo porque los habitantes de la costa pacífica –lastimosamente– tienen altos índices de pobreza, pero esta cuestión no es de ricos ni de pobres, pues la naturaleza no pregunta quién tiene Sisben, sólo llega y arrasa con lo que tenga en frente, bien sea en una desolada vereda, bien sea en esa fría ciudad de los páramos tan distinta y desarrollada del resto del país como Bogotá.


En realidad, lo único que se desborda no es el agua, también tenemos un desborde de paradojas e ironías muy nuestras. Digo paradojas, porque para nosotros es más fácil lamentar que prevenir, no bastándole al gobierno lo que sucedió hace meses sólo se dedicaron a avisar que vendría otra temporada invernal, esperarla, y ahora destinar más de 4 billones de pesos a la reconstrucción del país, de los cuales roguemos a Dios que nos llegue por lo menos la mitad.


Digo ironías, porque precisamente la gente más humilde es la más golpeada y desprotegida, esa misma gente que vende su votico por cincuenta mil pesos para elegir a una partida de incompetentes que poco harán por reparar sus daños, aquellos que tristemente por su ignorancia cambian una buena administración por un tamalcito, para luego perder sus enceres y su vivienda por las malas licitaciones promovidas por los doctores.

martes, 19 de abril de 2011

Silencio desde la escuela

Recordemos la masacre que hace pocos días tuvo lugar en Río de Janerio, donde fueron asesinados once niños, ¿conoces los motivos?, según Wellington Menezes de Oliveira, el pistolero brasileño de 23 años, entraría a esa escuela primaria a vengarse por el sufrimiento del que había sido víctima hace unos años, también aseguró que él no era el responsable de las vidas que acabarían, los verdaderos responsables eran quienes lo habían acosado y quienes habían permitido su maltrato por negligencia: "espero que esto sirva de lección, especialmente para esos funcionarios escolares que permanecieron con los brazos cruzados mientras los estudiantes son atacados, humillados y ridiculizados", dice Oliveira en uno de los vídeos.


Tal atrocidad no tiene justificación, pero algo que podemos rescatar de la versión del asesino es que la violencia en la escuela tiene su repercusión (en este caso mezclada con un poco de locura), y ahí tenemos los resultados.


Igualmente, hace pocos días circuló en Internet la noticia de una niña que fue sometida a una cirugía en sus orejas para evitar ser víctima de matoneo.



Desde muy pequeños los niños se ven afectados por la violencia escolar
Niña de 7 años se hace cirugía para prevenir matoneo

La intolerancia de nuestros días comienza a germinar a muy temprana edad, en los colegios, en los salones de clase se originan las primeras amenazas, intimidaciones, burlas, etcétera. Y todos los que hemos pasado por el colegio lo podemos constatar.


Que haya faltas de respeto, violencia física o psicológica no es nuevo para nosotros, como tampoco es nueva esa implícita ley del silencio que es tan respetada. Pero si en la infancia, cuando por fortuna -a diferencia de la adultez- se tiene suficiente respeto por la autoridad, no se ventilan las injusticias, significa un problema mayor que es acumulativo, pues los preocupantes productos de este tipo de violencia se evidencian años después, cuando los daños son irreversibles.


Otro problema asociado con el matoneo es que un niño estigmatizado muchas veces -y más en nuestros días- no encuentra solución con el cambio de institución pues la tecnología lastimosamente ayuda a que esas personas sigan siendo vulneradas.


Siento repugnancia cuando ingreso, por ejemplo,  a la página principal de Facebook y encuentro publicaciones de perfiles falsos injuriando a personas indiscriminadamente, y peor aún, un séquito de idiotas comentando, criticando con mucha valentía, por la web, claro. ¡Cómo somos!


Esta práctica que se agudiza paulatinamente se empieza a llamar "cibermatoneo", muy similar al tradicional pero con un potencial de difusión muchas veces mayor, y desde luego con una presión sobre la víctima meteórica que lleva a los niños y jóvenes lastimados a tomar decisiones fatídicas, como los notables casos de suicidio.


A falta de un ejemplo bien documentado, me detengo en la situación de Cúcuta, que es la que más conozco: una cantidad de perfiles ficticios se han creado (sin ningún control de una empresa tan adinerada como Facebook), y se dedican simplemente a catalogar a las personas entre buenos y malos dependiendo de su nivel de farándula barata (y también juzgando por su nivel socioeconómico), así como se encargan de denigrar sin juicio a hombres y mujeres adolescentes, dañándoles su reputación, y de ahí para abajo en edades menores encontramos casos similares donde niños (en menor calibre) incursionan en el mundo del cirbermatoneo sin tener idea de la gravedad del caso, y quienes son afectados no denuncian por miedo a represalias mayores... Vuelve la ley del silencio.


El matoneo no es nada reciente, creo que quizás nuestros abuelos en la escuela tendrían a alguien a quién dedicársela, pero si es reciente la relevancia que tiene este tipo de violencia para las autoridades, medios de comunicación, padres de familia, instituciones y para los estudiantes mismos, por ejemplo yo.


A propósito de mi caso, confieso que me puedo culpar de matoneo cuando estaba en grados menores, solía molestar mucho a mis compañeros, me burlaba de quienes tenían alguna parte de su cuerpo diferente: orejas, cabeza, gordos, delgados, en fin, era un maldito bastardo. Pero eran en cierta manera juegos de niños, juegos pesados en los que no fui educado a tiempo, y estoy seguro de que quienes están pasando por esa edad tampoco han sido advertidos, y por esa falta de prevención seguimos asumiendo consecuencias.


Pero el núcleo del problema no es solamente la cantidad ni la efectividad de medios por los que se puede transmitir el matoneo, el centro es lo que trae con el tiempo, así como vimos en el caso de Oliveira, o en los tantos casos de suicidio, y la retroalimentación de la cultura de las amenazas, inequidades, humillaciones y silencio.


Si no empezamos a atacar frontalmente con fuertes legislaciones y respaldo a las víctimas seguiremos lidiando con una sociedad violenta, acostumbrada al dolor ajeno.


Si estás siendo víctima de matoneo siempre es oportuno comunicar el problema, si eres de los que suelen imponerse por medio del matoneo, ya es hora de parar, y por último, como dice el siguiente vídeo protagonizado por Alye, una niña discriminada por sus compañeros: "las palabras sí hacen daño, piensa, este podrías ser tú".






lunes, 11 de abril de 2011

Autoburlas inconscientes

La semana pasada escribí indigniado por los chistes difundidos por indolentes el Día Internacional contra las minas antipersona. Hoy seguiré una idea similar, cansado de recibir chistes en mi móvil mofándose de una modelo colombiana.


No sí si esto sólo se haga en Colombia, o si en Venezuela reemplazan el personaje por alguna de sus tantas missuniversos, si en Panamá la reemplazan por aquella mujer que no tiene definido dónde nació Confucio, o si tal vez en Argentina lo hacen con Cristina Fernandez, pero me causa mucha curiosidad recibir casi todos los días uno o más chistes relacionados con Natalia Paris y sus apócrifas asnadas(¿Por qué no se difunden con la misma eficacia noticias o cosas realmente trascendentes en vez de estas estupideces?), y más curiosidad me provoca la falta de ocupación de quienes escriben estos chistes, ¿o es que ya hay humoristas online?


No estoy defendiendo a Natalia Paris, ni me importa cuánto es el IQ de esta modelo, o si ha dicho cosas erradas alguna vez (¿quién no las ha dicho?), sólo me interesa el subrepticio fin de los chistes en cuestión, pues sospecho que tienen una connotación realmente peligrosa, y aún más contradictoria cuando recibo estos chistes de parte de mujeres.


Analizando un chiste de estos encuentro que no tiene un objetivo personal, es decir, no es que vaya -en el fondo, digo- especialmente en contra de Natalia Paris: va en contra de lo que ella representa en Colombia.


Y digo en contra de lo que representa, porque es el estereotipo de mujer hermosa, y no lo discuto, soy de los que piensa que es una de las mujeres más bellas de Colombia. Cuando el personaje encarna el prototipo de mujer hermosa estos chistes ya encuentran a su víctima última, la mujer encantadora que por el delirio de superioridad intelectual machista ha sido tan criticada y tildada de ignorante.


¿Por qué estos chistes no tienen como protagonista a Noemí quien tiene impertinencias más populares? ¿O Alejandra Azcárate -quien sí me fastidia con esa patética diatriba feminista-?. Simplemente porque Natalia Paris encarna el modelo de mujer físicamente perfecta, y continuando con el sofisma de que las mujeres lindas son estúpidas, se escriben tantos chistes absurdos como puedan imaginarse.


Una vez le comenté rápidamente lo anterior a una amiga -que también es muy bonita- después de que ella me enviara uno de estos chistes y no me objetó nada, pero eso sí, dejó de enviarme esos chistes en los que ella misma se identificaba inconscientemente como bruta. En realidad no comparto esa idea de que una mujer por ser hermosa no pueda ser igualmente brillante.


De tal modo que analicemos mejor lo que difundimos, o -especialmente mujeres- pensemos bien de qué nos reímos, no sea que involuntariamente nos estemos burlando y denigrando a nosotros mismos.


Bueno amigos, nos veremos la próxima semana.

lunes, 4 de abril de 2011

Desempolvando el blog...

Hace un tiempo creé este blog, pero he sido muy descuidado con él y viendo que el ejercicio de la escritura es un hábito sano, introspectivo y potencial en la comunicación, retomaré este blog, desempolvaré sus vestigios y me comprometo, amigo lector, a seguir mínimo con una columna a la semana.


En este sitio hay miles de blogs, lo que hace difícil popularizar el propio, y por tanto si este fuera el fin de este blog fracasaría, creo que los mejores escritores escriben para sí mismos y son jueces tenaces pero no quiero ser egoísta y quiero que compartamos ideas para hacer críticas a estas palabras, para detenernos una vez a la semana y pensar en qué hacemos, en cómo vamos…


No quiero ser aburrido con esa prosa llana que adormece, quién sabe, quizá tenga un día el ingenio de escribir una columna tremendamente sarcástica en verso, pero ¡bah! Eso son suposiciones, lo realmente importante es cumplir, entretenernos, crecer y claro…


Mantener un criterio, un criterio incólume después de la avalancha de ideas que nos producen una tesis.


Pues bien amigos, aquí vamos…

Chistes antipersonales

El Presidente también se unió a la protesta.Hacer una campaña de sensibilización no es tarea fácil, y más cuando se aplica a una sociedad acostumbrada al dolor, las imágenes amarillistas, acostumbrada a ver el sufrimiento de los demás y seguir como si nada pasara.

Me pareció muy ingeniosa la manera de protestar en Colombia contra las minas antipersonales, remangándose una bota del pantalón para ponerse en el zapato de los miles de mutilados en el mundo -un doloroso singular, como le leí a un miembro del Partido Verde- y me alegró ver que personalidades apoyaron la causa, me alegró ver una foto del presidente remangándose, bien, por el ejemplo se empieza.

Pero siempre es importante ver qué queda de una jornada como la que se hizo en Colombia, con motivo del "Día Internacional sobre el peligro de las minas y asistencia para las actividades relativas a las minas", y después de hacer un balance me permito asegurar que el sabor es agridulce.

Muy bien por los que se remangaron, sin pena salieron a la calle y protestaron, por mostrar interés por las personas que sufren sin partes de su cuerpo, porque sabían que remangándose no le iban a devolver la pierna, ni la mano, ni los genitales, ni mucho menos la vida a quienes han sufrido por estas armas no convencionales, pero querían que los violentos sintieran el rechazo a sus tácticas de guerra, y que las víctimas sintieran que la sociedad está con ellos.

Pero como dije arriba, estamos tratando con una sociedad que bien puede ver en el noticiero del mediodía que hubo una masacre y acto seguido se sientan en la mesa como si nada, y por eso los indolentes no faltarían, pero no los culpo, todos somos productos de una misma sociedad acostumbrada a estas cosas crueles.

No juzgo a quienes no participaron de esta campaña, igual cada quien es libre, pero sí me duele que haya personas, no sé si con muy mínimo cerebro o con una crueldad tan asombrosa que le saquen chistes a la expresión de miles de personas en contra del dolor, de la mutilación.

¡Ah! Se me olvidaba, somos colombianos, es que somos latinoamericanos y esta tierra es muy feliz, somos muy alegres y tenemos muy buen sentido del humor... Tan buen sentido del humor que cambiamos el día para las victimas por el día del pescador, haciendo chistes con Natalia Paris, o hacemos chistes verdes y nos inventamos otra campaña contra el cáncer de próstata y de seno diciendo que hombres y mujeres saldrán exhibiendo su pene y sus senos, respectivamente, como si  así el cáncer "entendiera" que no debe multiplicarse... Insisto, no sé si es que no pensamos, no tenemos cerebro o estamos pasando el umbral de la indolencia.

Pero de cualquier modo, nuestros actos nos definen como nación, y estas manchas en la jornada (junto con la gran abstención) no desacreditan esta campaña, pero sigue siendo curioso que en el segundo país más minado del mundo convirtamos la tragedia de las minas antipersonales en chistes antipersonales.

Si usted lo hizo, o se rió por algo así no se sienta mal, a lo mejor un familiar de un soldado muerto por una mina tampoco lo hizo... (nótese el sarcasmo).

Pero de cualquier modo, estamos mejorando, y la protesta fue bien recibida, lo importante es que todas las víctimas reciban asistencia, y que vayamos superando esta etapa de las minas, una etapa que nos ha salido muy cara, no sólo en vidas sino en económicamente también, pues como leía hoy en El Tiempo: "sembrar una mina cuesta 3 dólares, erradicarla vale 1000".

Aquí tenemos bastante para pensar...