viernes, 9 de abril de 2010

Ensayo sobre "el ensayo"

El hecho de expresar ideas, pensamientos, ha constituido de antaño uno de los mayores intereses de las personas, teniendo en cuenta que en múltiples casos el éxito o fracaso de cualquier tesis se debe a su sustentación en cuanto al modo de la misma. ¿Sabes de qué manera exponer tus pensamientos? Posiblemente respondas que sí, que sabes qué decir, cuando decirlo y cómo decirlo. Hablando de decir (acto fonológico, dentro de la lingüística) resulta en ocasiones mucho más sencillo que ir tallando las ideas en un documento, elaborando con decoro y con una clara intención para este caso: expresarse o informar.


Maximizando la expresión del género didáctico, reluce fácilmente, como un gran objeto en la reverberación de una pequeña ventana al crepúsculo, el ensayo. Aquel escrito tan flexible y variable como podamos imaginarlo que de modo tan subjetivo sumerge fácilmente al escritor, a continuar formando en él un documento idóneo para el caso dado, bien sea enfatizando temas de interés general (economía, filosofía, política, religión) como de interés particular (discusiones sobre objetos específicos) o de carácter íntimo (sentimientos, etcétera).


El crítico Alfonso Gómez de Baquero calificó al ensayo como:



"el ensayo está en la frontera de dos reinos: el de la didáctica y el de la poesía y hace excursiones del uno al otro".

Haciendo alusión con esta frase a la libertad estética del ensayo (incluyendo prosa, verso o usando ambos) mas es preciso advertir que constantemente en la estética del ensayo se llega a una cantidad de divagaciones que pierden la secuencia de las ideas, en circunstancias en las que el ensayista pretende hacer ostentación con prolijas glosas y atractivos ajenos a la materia, o en momentos en los que se excede de ejemplificación y adviene un desborde de datos superfluos.


La estructura del ensayo está marcada por una introducción, preferiblemente breve y lacónica, un desarrollo que constituye la mayoría del ensayo, es donde se explica el tema a tratar y se plantea la tesis o solución y por último la conclusión que debe ir acompañada de los comentarios acerca del ensayo para hacer más fiable lo expuesto por el escritor y evidente la preparación del mismo. Además también goza de libertad temática, subjetividad, público preferente y orden asistemático. Para hacer más precisas las ideas el ensayista hace uso de la lógica inductiva o lógica deductiva: en la primera se comienza el ensayo con ejemplos y debe ser muy claro en la explicación de estos, en la segunda el ensayista comienza con afirmaciones generales las cuales sustenta luego con ejemplos concretos.


A cualquier ensayista principiante le sucede que a medida que avance su ensayo pierda la coherencia de las ideas, sobre todo cuando se intenta dar a la estética del ensayo un aspecto llamativo, adornado y enriquecido, cuando la prosa y el verso confluyen. Otro aspecto en este sentido es que a falta de una estructura definida el ensayo toma su propia forma valiéndose de los demás escritos y he ahí otra crisis: a pesar de pertenecer al mismo género, el ensayo debe diferenciarse notoriamente del discurso y el texto informativo.


Quería perder el miedo, quería comenzar a escribir. Sí.


Me sumergía, entraba en conversación interior, mi mente se abría, mi pluma movía


Escribía, pensaba, sentía, ¡tenía un mundo por describir!


Mas no era suficiente querer, este asunto mucho cuidado merece, es un ensayo, un reto.


Empezar, seguir, concluir, no. ¿Sería mejor borrar, tal vez callar?


Sin darme cuenta lo sentí, el espíritu de las letras se abalanzó sobre mí y sin ser tal portentoso prodigio todo surgió.


Personalmente sugiero que en el momento de redactar el ensayo, se distinga desde el inicio si el objeto de escrito será informar, convencer o proponer una postura sobre el tema. También es pertinente añadir anécdotas personales y aseverar un criterio claro. Lee cuantas veces sea menester tu escrito, ¡conviértete en tu mejor crítico! Si el tema es muy trascendente aporta una enseñanza, siempre algo que persuada al lector. Resulta genial tomar los temas con propiedad y moverse en ellos, deslizándose por especificaciones que traigan con ellas mayor solidez a tus palabras.


Siendo así, propongo el ensayo como herramienta práctica y eficaz, atractiva y potencialmente inteligible para mecanizar las ideas dirigiéndolas ineludiblemente a quien se quiere informar.