Parece que la repercusión de las
palabras no tuviera medida para el presidente del congreso, Juan Manuel Corzo.
Ha sido torpe su actuación pública desde el 20 de julio pasado: el proyecto de
inmunidad parlamentaria, la ponencia sosa al proyecto conservador para la
prohibición absoluta del aborto, el anuncio de su insolvencia para pagar la
gasolina de sus camionetas y la peor: “prefiero no robar al Estado y que me paguen la gasolina”.
Es otra la imagen que se espera del
presidente del Congreso, una corporación desprestigiada por los innumerables
escándalos de los últimos años y, ahora, quien está a la cabeza de la misma, en
vez de proponer un ambiente de confianza y optimismo, va error tras error
echándose la opinión pública encima. Hoy son varios los movimientos anticorzo
en Internet, y no es incomprensible la indignación de la gente con tantas
contradicciones por parte del Estado: primero una persona no es pobre con $190.000
mensuales, pero tampoco con más de 18 millones le alcanza para la gasolina, ¿y
el vicepresidente debe callarse ante tal irrespeto? Parece también que hay una
desubicación en el gobierno sobre la figura del vicepresidente, hay quienes lo
consideran un empleado más y no, es un funcionario elegido por el pueblo
colombiano y no contratado por el gobierno.
Ahora bien, es evidente que
quienes discuten quiénes son pobres o no, no están en condiciones salariales
que rodee los $190.000, como quienes discuten el aborto en el partido
Conservador son mayoritariamente hombres, o quienes discuten la reforma a la
educación superior que son rectores, ejecutivos, funcionarios públicos y poco
se oye a los estudiantes. El umbral internacional de pobreza está en USD 2
diarios, que es menos de $190.000 al mes, y esto lo defienden algunos
economistas pero ¿debemos estar en los mediocres estándares internacionales
desconociendo el real costo de vida?
Desgraciadamente así se mueve al
ambiente político en Colombia: declaración, corrección, retractación, otra
declaración, otra corrección… Mientras los medios de comunicación y la gente
discute la polémica del día otros temas acuciantes se posponen sigilosamente.
Ahí la reforma a la educación, la efectividad en la reparación de las víctimas,
la protección a los líderes desplazados, los derechos humanos, la explotación
minera responsable, etc.
Nuestra situación necesita gente
comprometida con formar un consenso social hacia la reconciliación y el
progreso, de manera honesta y no reviviendo el fantasma del Frente Nacional
solapadamente en una alianza ahora multipartidista que venda una unanimidad
espuria. Y a quien dirija el Legislativo debe tener otro perfil, el presidente
del Congreso no puede ser un personaje que genere división social ni promueva
la cultura del atajo en su discurso. Por lo menos debería ofrecer una excusa
pública y retractarse por insinuar la opción de robar al Estado, una práctica
que se va camuflando con lo normal.
Sería interesante que un
presidente del Congreso parara en un semáforo en su camioneta blindada, se le
acercara uno de los millones de pobres que reciben menos de $190.000 a pedirle
una ayuda para comer, y que sea preferible que el Senador se la dé, a que el
ciudadano siguiendo el ejemplo de un padre de la Patria tome como segunda
opción romperle un retrovisor de su camioneta.
* * *
A PROPÓSITO: los conservadores
enceguecidos en su proyecto salvador de vidas contra cualquier tipo de aborto
piden priorizar su proyecto sobre la reforma a la justicia, porque “primero
está la vida”. ¿Y dónde queda el derecho a la vida de una madre con riesgo a
morir en el parto de un feto con graves malformaciones, o pocas esperanzas de
nacer vivo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario