miércoles, 21 de septiembre de 2011

O me dan, o los robo


Parece que la repercusión de las palabras no tuviera medida para el presidente del congreso, Juan Manuel Corzo. Ha sido torpe su actuación pública desde el 20 de julio pasado: el proyecto de inmunidad parlamentaria, la ponencia sosa al proyecto conservador para la prohibición absoluta del aborto, el anuncio de su insolvencia para pagar la gasolina de sus camionetas y la peor: “prefiero no robar al Estado y que me paguen la gasolina”.

Es otra la imagen que se espera del presidente del Congreso, una corporación desprestigiada por los innumerables escándalos de los últimos años y, ahora, quien está a la cabeza de la misma, en vez de proponer un ambiente de confianza y optimismo, va error tras error echándose la opinión pública encima. Hoy son varios los movimientos anticorzo en Internet, y no es incomprensible la indignación de la gente con tantas contradicciones por parte del Estado: primero una persona no es pobre con $190.000 mensuales, pero tampoco con más de 18 millones le alcanza para la gasolina, ¿y el vicepresidente debe callarse ante tal irrespeto? Parece también que hay una desubicación en el gobierno sobre la figura del vicepresidente, hay quienes lo consideran un empleado más y no, es un funcionario elegido por el pueblo colombiano y no contratado por el gobierno.

Ahora bien, es evidente que quienes discuten quiénes son pobres o no, no están en condiciones salariales que rodee los $190.000, como quienes discuten el aborto en el partido Conservador son mayoritariamente hombres, o quienes discuten la reforma a la educación superior que son rectores, ejecutivos, funcionarios públicos y poco se oye a los estudiantes. El umbral internacional de pobreza está en USD 2 diarios, que es menos de $190.000 al mes, y esto lo defienden algunos economistas pero ¿debemos estar en los mediocres estándares internacionales desconociendo el real costo de vida?
Desgraciadamente así se mueve al ambiente político en Colombia: declaración, corrección, retractación, otra declaración, otra corrección… Mientras los medios de comunicación y la gente discute la polémica del día otros temas acuciantes se posponen sigilosamente. Ahí la reforma a la educación, la efectividad en la reparación de las víctimas, la protección a los líderes desplazados, los derechos humanos, la explotación minera responsable, etc.

Nuestra situación necesita gente comprometida con formar un consenso social hacia la reconciliación y el progreso, de manera honesta y no reviviendo el fantasma del Frente Nacional solapadamente en una alianza ahora multipartidista que venda una unanimidad espuria. Y a quien dirija el Legislativo debe tener otro perfil, el presidente del Congreso no puede ser un personaje que genere división social ni promueva la cultura del atajo en su discurso. Por lo menos debería ofrecer una excusa pública y retractarse por insinuar la opción de robar al Estado, una práctica que se va camuflando con lo normal.

Sería interesante que un presidente del Congreso parara en un semáforo en su camioneta blindada, se le acercara uno de los millones de pobres que reciben menos de $190.000 a pedirle una ayuda para comer, y que sea preferible que el Senador se la dé, a que el ciudadano siguiendo el ejemplo de un padre de la Patria tome como segunda opción romperle un retrovisor de su camioneta.

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A PROPÓSITO: los conservadores enceguecidos en su proyecto salvador de vidas contra cualquier tipo de aborto piden priorizar su proyecto sobre la reforma a la justicia, porque “primero está la vida”. ¿Y dónde queda el derecho a la vida de una madre con riesgo a morir en el parto de un feto con graves malformaciones, o pocas esperanzas de nacer vivo?

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