sábado, 6 de agosto de 2011

Érase un Antanas

Érase un Antanas que sorpresivamente pasó de ser rector de la Universidad Nacional con sus modos excéntricos y gestos rebeldes respondiendo a la rebeldía de los estudiantes , a ser Alcalde Mayor, transformando con su gestión y propuestas simbólicas a Bogotá de una de las ciudades más peligrosas del mundo, llamada por muchos “la peor ciudad del planeta” a otra más civilizada, lista entrar en la lista de las grandes cosmópolis. (Ver documental sobre el cambio de Mockus en Bogotá aquí).

Antanas, el profesor en contravía con la política era una propuesta innovadora y que duraría en su papel por muchos años de (si el oxímoron lo permite) político-apolítico. Lo llamativo de su perfil muchas veces no era lo que proponía sino cómo lo proponía, su estilo; aunque a veces chocó con la gente: como ese día que promoviendo la hora zanahoria en Bogotá llegó disfrazado a una discoteca y un ciudadana le gritó “Antanas, no es Hallowen”.

Sus ideas lo llevaron a ganar dos veces el segundo cargo público más importante de Colombia, y también a ganarse la reputación de hombre transparente, académico, transformador, y hay que decirlo también: loco. Se postuló a la vicepresidencia, a la presidencia en dos ocasiones sin éxito, aunque en su último intento su figura catapultó a un partido minoritario y le dio notoriedad.

El año pasado, Antanas protagonizaba el cambio frente a la administración de Uribe, rápidamente su nombre saltó en las encuestas desde el fondo de la lista hasta situarse segundo, luego primero en un reñido empate técnico con el entonces heredero del oficialismo uribista Juan Manuel Santos. Era asombrosa la participación política a favor de Antanas, la ilusión que despertaba, la fuerza que millones de colombianos hacíamos frente al televisor queriendo responder los debates por él. Porque Antanas era un hombre inteligente, pero no astuto, siguiendo las ideas de Borges en las que la inteligencia llega lentamente y las respuestas inmediatas son más atisbos de astucia.

Recuerdo el día que visitó Cúcuta y dejé de ir al colegio para verlo. Unas horas después en la rueda de prensa me acerqué, me presenté y le entregué un escrito mío sobre él. También recuerdo haberle dicho “profesor, seguramente si usted es presidente el futuro de los jóvenes colombianos sea mejor”. Al otro día no sé por qué revisé The New York Times y en una nota aparecía yo presenciando el discurso de Mockus: la noticia le había dado vuelta al mundo y Colombia se ilusionaba con otra opción.

En fin, las elecciones pasaron, y ganó el uribismo, como todos sabemos. El partido Verde cerró sus puertas por unos meses mientras de recuperaba de su descalabro electoral de la segunda vuelta. E inició la era Santos, por supuesto entre comentarios de algunos de que había que darle continuidad a la seguridad democrática y que Mockus sería buen presidente para Dinamarca, Lituania, Noruega, pero no para un país con violencia y narcotráfico como Colombia.

Luego el partido Verde sufriría rupturas internas por su alianza (no es un chiste) con el partido de la U en Bogotá. Mockus salió de su partido, siendo fiel a sus ideas si es que en sus ideas no está la lealtad a las decisiones internas. Ahora consiguió el aval de la Alianza Social Indígena (ASI) para la Alcaldía de Bogotá, a sabiendas de que su posición no es prometedora y defraudando el perfil que por tantos años cultivó. Desde luego el político-apolítico no podía ser eterno, y Antanas lanzándose, sería otro político más que no deja a las generaciones recientes gobernar y no apuntaría a algo más. Hay quienes califican esa actitud como oportunista. Así es la política en Colombia: hace un año Mockus representaba la vía alterna, la política modena, el antiuribismo: hoy se comporta como otro político tradicional; Santos era el heredero de Uribe, el que en los debates parecía llevar frases preparadas por el expresidentes: hoy Santos representa el liberalismo, la política moderna, y de algún modo, el antiuribismo.

Sin embargo, profesor, le pido que escuche a la gente, valore sus posibilidades y luego de un tiempo en el que ya se actúe con inteligencia y no con astucia, no se lance.

@VicentePerezG

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